Los desafíos de mujeres y nuevas generaciones al mando de los reactores de investigación en Latinoamérica

En el Centro de Estudios Nucleares La Reina se realizó el curso “Operación y mantenimiento de reactores de investigación”, organizado por la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en el marco de un proyecto nacional que busca mejorar las capacidades del ciclotrón y del reactor para la producción sustentable de radioisótopos y radiofármacos.

En esta instancia participaron 15 representantes de siete países de América Latina y el Caribe, con el objetivo de obtener los conocimientos y la licencia para operar reactores nucleares de investigación en sus respectivas instituciones.

Del total de participantes, cabe destacar que tres de ellos eran mujeres. Se trata de Paula Curotto y Lucila Rogulich, quienes son operadoras de facilidades de irradiaciones del reactor RA-3 en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina, y Rocío Solís, responsable funcional del Departamento de Mantenimiento del reactor RP-10 en el Instituto Peruano de Energía Nuclear.

Bajo el contexto del programa “Energía + Mujer”, que impulsa el Ministerio de Energía para promover una mayor participación de mujeres en el sector energético nacional, conversamos con las tres profesionales, quienes comentaron de su experiencia en el rubro, sobre cómo creen que es posible aumentar una mayor participación femenina y respecto a la brecha generacional que existe y que se percibe, incluso, con más fuerza aún que la de género.

Primeros pasos en la industria nuclear

 En el caso de Paula Curotto, comenta que “soy estudiante de ingeniera nuclear y trabajo en el Reactor RA3 de CNEA, específicamente en la operación de haces de irradiación para investigación, y hoy estoy en etapa de entrenamiento para obtener la licencia para operar el reactor”.

El caso de Lucila Rogu es similar. “Soy licenciada en física médica y estoy finalizando mi especialización en reactores nucleares, puesto que actualmente me ocupo de las mediciones experimentales de dos facilidades que están en desarrollo, el Prompt gamma y Neutrografía”, señaló.

Rocío Solís, por su parte, cuenta que es ingeniera mecánica de profesión y que desde hace un par de años comenzó a trabajar en el Instituto Peruano de Energía Nuclear, donde hoy es parte del equipo del Reactor RP10, motivo por el cual está especializándose para trabajar como operadora.

El punto en común que tienen las tres profesionales es que se desenvuelven a diario en un puesto de trabajo dominado principalmente por hombres.

Pese a ello, Paula y Lucila destacaron el rol clave que algunas mujeres han desempeñado en su institución, y aún más: el importante premio internacional denominado “Woman in Nuclear” que este año obtuvo Carla Notari, directora del Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson. “En Argentina tenemos cuadros fuertes femeninos, pero lamentablemente no son muchos”, puntualizó Paula.

¿Qué hacer para incrementar en número de mujeres en el área nuclear?

“Es clave desenmascarar mitos”, enfatizó Lucila, quien agregó que para que haya más mujeres en el área “debe desarrollarse un proceso que tiene que comenzar desde la adolescencia, cuando se están formando, decidiendo y viendo opciones”.

En ese sentido, Paula agregó que “ahora se están empezando a romper esos mitos, gracias a las nuevas generaciones; sin embargo, es necesario tener un rol mucho más activo en materia de difusión, además de impulsar fuertemente políticas que promuevan un mayor número de mujeres y un recambio generacional. Por eso celebro la iniciativa del Ministerio de Energía en Chile”.

“En nuestro caso –comenta Rocío– aunque no tenemos un programa que impulse nuestra mayor participación en el área, sí destaco que la presidenta del Instituto Peruano de Energía Nuclear es una mujer y que bajo su mandato existen cinco divisiones, de las cuales dos son lideradas también por mujeres”.

En ese escenario, Rocío reflexiona que “existen muchas expectativas que debemos cumplir como mujeres. Estamos bajo una constante evaluación que crea una presión externa con la que, finalmente, debemos aprender a trabajar y a vivir”.

¿Existen condiciones favorables en el ambiente laboral para impulsar un mayor número de mujeres en el área?

Al responder esta pregunta, de inmediato Paula y Lucila festejaron el hecho de que en CNEA exista un jardín maternal que atiende a hijas e hijos de funcionarias, acogiéndolos y brindándoles un servicio completo desde que nacen hasta que cumplen los cinco años.

“Además se organizan colonias de verano, que facilitan aún más la tarea de las mamás, e incluso ocurre que algunos técnicos y profesionales que se han criado en este jardín, luego han trabajado en la propia Comisión”, comentaron las profesionales.

En el caso de Rocío, contó que cuentan con un lactario, sin embargo este se encuentra sin uso, dado el bajo número de mujeres en edad fértil que allí se desempeñan.

Más que brechas de género, existe una marcada brecha generacional

Para Paula, esta brecha tiene un impacto negativo, porque faltan programas que se ocupen de realizar una adecuada transferencia de conocimientos y experiencias de una generación a otra.

En ese sentido, según Lucila, finalmente, se trata más bien de la iniciativa que a veces los propios profesionales que están a punto de jubilar tienen de dedicar tiempo para enseñar a quienes recién empiezan a dar sus primeros pasos en la industria, como una forma de dar continuidad al trabajo realizado.

“Los más jóvenes también tenemos responsabilidades, como la de pedir que todo ese conocimiento que se adquirió sea de alguna manera transferido, porque al fin y al cabo, somos nosotros quienes continuaremos el legado”, ratificó Lucila. Las tres profesionales consensuaron en que los conocimientos, de una u otra manera, se obtienen, pero la experiencia que los años de servicio dan, no.

En esa línea, las jóvenes comentaron que, en general, trabajar en el área nuclear implica una serie de desafíos y responsabilidades, que no siempre son bien reconocidos. Por eso, Rocío concluyó que “es importante que haya contrataciones, pero más aún, que exista interés por mantener y retener a esos nuevos profesionales”.