¿Y la seguridad?
Toda forma de vida en la Tierra está expuesta a radiaciones de diverso tipo y origen, que provienen del medio ambiente. Algunas son de origen natural y otras son artificiales, es decir, generadas por acciones humanas.
La protección frente a las radiaciones
Las radiaciones alfa, beta, gamma, rayos X y de neutrones se denominan “radiaciones ionizantes”, dado que cuando atraviesan la materia son capaces de arrancar electrones de los átomos. En el cuerpo humano esto puede causar daño biológico. La mayoría de estas radiaciones emergen del núcleo de los átomos.
Estas radiaciones no se pueden ver, palpar, ni oler, por lo cual es necesario usar instrumentos de detección y barreras de protección.
Además, los principios básicos de protección frente a las radiaciones son: Distancia, Tiempo y Blindaje.
La protección física, radiológica y sísmica
La actividad nuclear en Chile cuenta con estrictas normas y procedimientos de seguridad.
Por ejemplo, la normativa indica que alrededor de los reactores nucleares se establezcan zonas de exclusión. En la primera zona solo se permite que existan trabajadores que laboran en las instalaciones y en la segunda zona que exista baja densidad de población.
Los centros nucleares del país cuentan además con diversos sistemas de alarmas y controles de acceso.
En cuanto al Monitoreo Radiológico y Vigilancia del Medio Ambiente, estas instalaciones cuentan con equipos que permiten realizar este tipo de controles las 24 horas del día (desde 1974).
Los trabajadores que manipulan equipos y fuentes emisoras de radiaciones ionizantes son chequeados de manera permanente mediante controles biológicos y del uso de instrumental de control.
Los edificios que alojan a los reactores nucleares de investigación del país son de hormigón armado y pueden soportar terremotos de 9,0 grados en la escala modificada de Mercalli. Las estructuras que contienen las piscinas de los reactores fue concebido para soportar un terremoto grado 10 en la escala modificada de Mercalli.