Para cumplir con el acuerdo establecido en la COP 21 (Acuerdo de París), que dice relación con disminuir las emisiones de carbono, es necesario bajar el consumo de combustibles fósiles. Esto, acompañado de la creciente demanda energética y una población creciente mundial, representa un gran desafío.

 

Las tecnologías de generación nucleoeléctrica presentan una contribución al cambio climático significativamente más pequeña debido a que la fuente para generar la electricidad no es de carácter fósil y no se producen esas emisiones de gases de efecto invernadero de forma directa durante la producción de la electricidad, como es el caso de las térmicas.

Las contribuciones al cambio climático de las tecnologías nucleoeléctricas se deben principalmente a emisiones indirectas por consumos de combustible en el transporte, tareas de construcción, desmantelamiento, etc. que son mucho menores que las que se producen durante la operación de una planta térmica (IDOM, 2018).

Las emisiones de GEI generadas por la energía nuclear son comparables con las emisiones generadas por energías renovables como la solar o eólica (Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), 2014). Por ello, esta opción es una estrategia viable para afrontar el cambio climático.

Emisiones de ciclo de vida de diversas fuentes de generación eléctrica
(Fuente: IAEA, 2016: Climate Change And Nuclear Power 2016)