A lo largo de los años, las lecciones aprendidas y extraídas de la experiencia operativa y de los sucesos accidentales ocurridos, así como el avance en investigación y desarrollo tecnológico, han permitido incrementar el nivel de seguridad con disposiciones que incluyen no solo barreras físicas más seguras (sistemas pasivos, redundancias o separaciones físicas) sino también medidas organizacionales, conceptos de factores humanos, márgenes de seguridad y procedimientos de operación.

Todas las organizaciones de la industria nuclear trabajan hoy en día al alero de la Cultura de Seguridad, un concepto que surgió con fuerza tras el accidente de Chernobyl y que se basa en la premisa de que la seguridad es la mayor prioridad.

Estas mejoras se incluyen en los nuevos diseños de tecnología nuclear, como en los reactores de Generación III y III+ que ya incluyen sistemas pasivos (no requieren respaldo eléctrico para entrar en funcionamiento), así como también mirando hacia adelante a los reactores de Generación IV, Reactores Modulares Pequeños (SMR’s) y a los reactores de Fusión.