Este 16 de abril, la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) cumple un año más de vida, renovando el compromiso de mantener su labor de apoyo a las más diversas áreas que impactan en el bienestar de las personas y en el desarrollo del país. En ese contexto, el Director Ejecutivo de la CCHEN, Jaime Salas Kurte, destaca que “como servicio público y en medio de la crisis sanitaria, sin precedentes, que afecta al país y a la humanidad, este nuevo aniversario lo conmemoramos trabajando con mayor fuerza, ya sea desde nuestros hogares u operando nuestras instalaciones críticas, lo que, gracias a la labor de nuestros funcionarios y funcionarias, nos permite continuar poniendo a disposición insumos fundamentales para la medicina nuclear, apoyo a industria, protección radiológica y contribución al desarrollo de la ciencia y tecnología, en diversas áreas de impacto social y económico. En esencia, un esfuerzo de una Institución centrada en la entrega de valor público”.
Desde sus inicios, la CChEN ha estado fuertemente ligada a las necesidades del país. El doctor y senador Eduardo Cruz-Coke Lassabe propuso, en 1955, un proyecto de ley para crear la Institución que utilizaría en aquel entonces la novel energía nuclear para usos pacíficos. La Comisión Nacional de Energía Nuclear, nombre con el que se inicia esta institución, se crea casi 10 años después, el 16 de abril de 1964.
La primera gran meta fue la construcción de un Centro de Estudios Nucleares, en la comuna de Las Condes, hoy denominado CEN La Reina, con el primer reactor nuclear de investigación en Chile, el cual abriría el camino a la elaboración de radioisótopos para la industria, la agricultura, el medioambiente y el desarrollo de las ciencias y tecnologías nucleares. Paralelamente, se introdujo la tecnología de irradiación con fuentes radiactivas, principalmente de cobalto, que permitió acceder a los beneficios de la sanitización, la inocuidad o eliminación de bacterias y contaminantes y el estudio de los efectos positivos sobre especies vegetales de consumo y uso humano. Con el ciclotrón, un acelerador de partículas, y sus laboratorios, se obtuvo la capacidad completa, junto al reactor nuclear, para aumentar significativamente y diversificar la producción de radiofármacos y otros insumos médicos, para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades catastróficas y de este modo, generar valor público y lograr que hospitales y clínicas puedan brindar una atención del más alto nivel a sus pacientes, en el propio país, sin dependencia externa, con materiales de aplicación única.
En la década de los 70 se sumaría el Centro de Estudios Nucleares Lo Aguirre. en Pudahuel. Con nuevas edificaciones especializadas, Chile se incorporó a la lista de fabricantes de combustible nuclear para el suministro a sus reactores y delineó una potencial proyección a la exportación, en una industria de los más elevados estándares de calidad. En este mismo centro nuclear se habilitó la primera planta multipropósito de uso industrial, la que utiliza las radiaciones provenientes de una fuente de cobalto, permitiendo a la industria alimentaria y de diversas materias primas ofrecer al mercado productos con mejores propiedades y mayor durabilidad, en un mundo que tiene desafíos cada vez mayores para asegurar alimentos y proveer elementos libres de patógenos o contaminantes. Alrededor del área de minería y materiales, en este mismo centro nuclear se han implementado procesos tecnológicos de gran utilidad, que han permitido a esa industria expandir el conocimiento sobre los materiales nucleares y otros, incluyendo las potencialidades de explotación de minerales en sus relaves y depósitos.
Cada actividad ha tenido componentes de ingeniería o investigación, en la que profesionales y técnicos adaptan y desarrollan los sistemas para una óptima utilización de los isótopos y las radiaciones ionizantes. En su historia, la CChEN ha hecho un esfuerzo adicional en las ciencias dedicadas a la energía, en especial, aquella basada en la fusión nuclear. En casi tres décadas, se ha desarrollado tecnologías e ingenios innovadores, la mayoría de ellos de fabricación propia, contribuyendo, a través de la dedicación en el área de plasma y fusión nuclear, a la investigación mundial en la materia. Gracias a esta labor sostenida, se han sumado capacidades para la investigación de física nuclear, en red con otras instituciones de investigación en el mundo.
Nuestra presencia se palpa, cada día, en hospitales y clínicas, con decenas de miles de pacientes que, anualmente, se benefician de nuestro trabajo. Evaluamos y fiscalizamos instalaciones cada vez más numerosas y complejas, con profesionales y técnicos sometidos a mayores exigencias, con mayores requerimientos de responsabilidad y robustez de equipos e instalaciones, con un entorno que se beneficia crecientemente, pero bajo estándares de mayor visibilidad. Hoy, fiscalizamos más de 400 instalaciones radiactivas, en industria, medicina y academia, a lo largo del país, las que generan claros beneficios a la sociedad, en un desempeño responsable respecto de personas y medioambiente.
Nuestra contribución a la economía y salud se evidencia, a través de irradiaciones en la industria de exportación, e ionización de sangre y tejidos biológicos. Ello nos permite estar presentes en tratamiento de quemados, traumatología y odontología. Solo el año pasado, la irradiación involucró 1.800 toneladas de alimentos, 11.000 cajas de material médico-quirúrgico, así como 100 toneladas de otros materiales.
Por otra parte, aseguramos la protección radiológica de ambientes y personas ocupacionalmente expuestas, en diversos centros radiológicos e industrias, a través de vigilancia y control dosimétrico, y la gestión de desechos radiactivos, a nivel nacional.
Además, participamos activamente en el desarrollo de capacidades nacionales para el desempeño en ambientes radiológicos, en las áreas de medicina, minería, medioambiente e industria, a través de la capacitación en protección radiológica operacional para profesionales y técnicos que se desempeñan en esas áreas y a estudiantes, así como a organizaciones en un amplio rango de áreas de desempeño.
Finalmente, continuamos la generación de conocimiento y el desarrollo innovativo de diversas técnicas en minería, agricultura, hidrología y medioambiente, en un amplio espectro de aplicaciones, enfocadas a generar impacto, en temas prioritarios.
Estos logros, así como aquellos a los cuales nos encontramos dedicados en la actualidad, han sido posibles a través del trabajo profesional, el esfuerzo y la labor honesta de quienes forman parte de nuestra institución, en sus diferentes roles y puestos. Nuestro quehacer demanda un trabajo colaborativo, que abarca los equipos administrativos, los de apoyo y soporte técnico, junto a la creatividad y conocimiento altamente especializado de los investigadores y de quienes se ocupan de que el resultado de tales esfuerzos técnicos se materialice en desarrollos y nuevas aplicaciones de la tecnología nuclear, en beneficio de las personas. Además, están quienes dedican todo su esfuerzo a que los productos y servicios de la CCHEN lleguen a los ciudadanos que los requieren, en forma oportuna y cumpliendo los más altos estándares. A ello se debe sumar todas las personas que deben cumplir con las más diversas exigencias que una administración pública moderna demanda hoy.
Así, la semilla implantada por un médico y senador de la República, emprendedor y visionario, se ha convertido en una Institución multidisciplinaria, que busca mantener e incrementar su aporte continuo, en los temas de relevancia nacional en que centra su entrega de valor público.