Desde su creación a mediados del siglo XX, la función de instituciones como la CCHEN, así como de aquellas vinculadas a las tecnologías nucleares y radiológicas en la economía y sociedad, ha cambiado radicalmente, pasando del uso militar a usos pacíficos destinados a mejorar la calidad de vida de las personas y la competitividad de la industria. Países con condiciones similares a Chile han sido capaces de desarrollar un ecosistema enfocado en la prestación de bienes y servicios, basados en aplicaciones de la tecnología nuclear en ámbitos relacionados con la salud de su población e industrias principales.

De acuerdo al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA): “En el mundo en desarrollo, los países se enfrentan a problemas importantes: la necesidad de mejorar la atención de salud; de estimular la producción agrícola y aumentar la seguridad alimentaria; y de mejorar la gestión de los recursos naturales. Estos problemas suelen ser multidimensionales; para encontrar soluciones prácticas se necesitan una colaboración eficaz, recursos suficientes, y estrategias que garanticen la autosuficiencia de las instituciones locales”.

A escala nacional, la CCHEN tiene limitada disponibilidad de recursos (humanos, equipamiento, infraestructura y financieros), lo que obliga a tomar decisiones respecto de los focos que serán desarrollados y por los cuales se apostará en el futuro, en la búsqueda de que la actividad de investigación y desarrollo (I+D) tenga un impacto positivo en la sociedad.

En este contexto, se ha definido un Plan Estratégico y líneas de investigación prioritarias. Asimismo, está en desarrollo un sistema de gestión que facilitará alcanzar las metas definidas.