
La transición energética avanza, y con ella surge una pregunta inevitable: ¿cómo transformar las baterías agotadas en recursos para el futuro? Este desafío se vuelve especialmente urgente en el caso de las baterías que almacenan la energía generada por las plantas fotovoltaicas, cuyo ciclo de vida comienza a cerrar. Para enfrentarlo, el programa tecnológico REVFOT de CORFO impulsa una iniciativa que busca dar una segunda vida a las baterías de litio–ferrofosfato (LFP), convirtiendo lo que hoy es un residuo en materiales valiosos para la industria.
La iniciativa titulada “Sistema modular que comprende la utilización de nuevas tecnologías sostenibles, que permiten revalorizar los componentes de la industria fotovoltaica que se encuentran fuera de uso, para la generación de nuevos productos de alto valor” (código 25PTECVR-306417) se desarrollará bajo un esquema colaborativo, donde la CCHEN participa como coejecutora, a través del trabajo liderado por el Dr. Luis Ballesteros del Centro de Materiales para la Transición y Sostenibilidad Energética, mientras que la Universidad Autónoma de Chile, representada por la Dra. María Luisa Valenzuela, asume el rol de institución ejecutora principal en coordinación con la empresa Ingeniería e Innovación SpA, beneficiaria del programa.
Las baterías LFP, ampliamente utilizadas en sistemas de energía estacionarios provenientes de paneles fotovoltaicos, tendrán un volumen creciente de desechos en los próximos años. Sin embargo, contienen elementos estratégicos como el litio y el hierro, cuya recuperación es clave para avanzar hacia un modelo real de economía circular en el sector energético.
La apuesta: reciclar con química limpia
El equipo propone una ruta de reciclaje basada en procesos químicos a partir de lixiviación con ácidos orgánicos biodegradables. Esta técnica permite extraer litio y hierro para transformarlos en compuestos de alto valor, como citrato de litio y oxalato ferroso. Es una alternativa más sostenible que las opciones tradicionales, que suelen generar impactos ambientales significativos o simplemente descartar el material.
Esta solución se plasmará en un sistema modular y trazable, diseñado para crecer desde su estado actual -un nivel de desarrollo tecnológico intermedio- hacia etapas más avanzadas, mediante pruebas en condiciones cercanas a las reales.
La fortaleza del proyecto es su mirada integral: no solo evita que estas baterías terminen como residuos, sino que también plantea un proceso adaptable a nuevas cadenas de valor ligadas a la desinstalación de sistemas de almacenamiento energético. Su enfoque combina sostenibilidad, eficiencia y la posibilidad de escalar hacia contextos industriales.
La CCHEN aportará su experiencia en validación operativa, análisis químico y caracterización avanzada de materiales. Esto permitirá establecer protocolos de calidad que faciliten la transferencia tecnológica y el vínculo con futuros usuarios del sistema.
Plazos y proyección
El componente del programa tendrá una duración de hasta 48 meses. En ese periodo se desarrollará, validará y ajustará la tecnología antes de evaluarla en escenarios cercanos a la industria.
Con ello, la CCHEN reafirma su compromiso con la investigación aplicada y las soluciones concretas para una gestión sustentable de residuos energéticos, impulsando la creación de valor en la cadena energética chilena.
