Hace 51 años, un 13 de octubre de 1974, el reactor chileno de investigación RECH-1, operado por la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN), alcanzó su primera fisión nuclear controlada. Ese hito marcó el inicio de una nueva etapa para la ciencia y la tecnología en Chile: una en la que la energía del átomo comenzó a ponerse al servicio de las personas.
Desde entonces, el RECH-1 ha mantenido 51 años de operación ininterrumpida, consolidándose como una instalación clave para el país. ¿Sabías que, gracias a su funcionamiento, se producen radioisótopos fundamentales para la medicina nuclear, que permiten el diagnóstico y el tratamiento de diversos tipos de cáncer, además de apoyar investigaciones en ámbitos como la salud, el medio ambiente, la agricultura, la minería y los materiales?
Su historia es también la de un equipo humano comprometido, que ha garantizado su operación en todo contexto -incluyendo eventos como el terremoto de febrero de 2010 hasta la pandemia- y que hoy impulsa su modernización y expansión, abriendo paso a nuevas aplicaciones científicas y tecnológicas para el Chile del futuro.
Porque en el corazón del RECH-1 no sólo late energía nuclear: late el compromiso de más de medio siglo al servicio de la vida.